Hijos ilustres

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Entre los personajes ilustres que jalonan la historia local sobresale uno cuya leyenda se ha transmitido de generación en generación:

Alonso de Villada

Tal vez estuviera entre las primera oleadas de colonizadores que arribaron a la tierras descubiertas por Colón, quizá fuera, simplemente, un hábil comerciante. Lo cierto es que amasó una considerable fortuna y que, tras comprobar el desprecio de sus parientes ante su simulada indigencia, empleó la mayor parte de la misma en amparar a los pobres y en favorecer a su villa natal.

Alonso de Villada fue vecino de este pueblo, hijo de una familia muy modesta, el cual siendo muy joven se ausentó de la villa natal con rumbo desconocido (¿América? ¿Italia? ¿el Cercano Oriente?, de donde regresó siendo ya un hombre maduro y notablemente enriquecido.

Cuanta la tradición que al volver, acompañado de una numerosa recua y servidores que portaban su cuantiosa fortuna, sintió el temor de que sus parientes y allegados le recibieran con alborozo solamente porque volvía rico; y vestido con un pobre sayal, apoyándose en una cayada, se presentó a la hora de la cena en casa de sus próximos parientes, pidiendo hospitalidad y socorros, porque venía enfermo y pobre él, que había sido rico y poderoso, dueño de tierras y numerosos esclavos.

Uno a uno, los parientes a quien visitaba, le daban con la puerta en las narices. Cansado, abatido y desilusionado se sentó en uno de los bancos de la plaza esperando a que amaneciera para entrar a la primera misa en la iglesia de San Fructuoso, su parroquia, y dicen que allí, le reconoció abrazándole con alegría, una pobre vieja que le había amamantado cuando murió su madre. La pobre vieja le ofreció su casa y lo poco que tenía, con tanto cariño que Alonso se emocionó llorando de alegría.

No sabemos lo que tenga de cierto esta tradición que conservan desde tiempo inmemorial todos los villadinos, y a la cual da ameno colorido Salcedo en su Libro de Villada. Es una historia repetida a lo largo de toda España, del indiano que vuelve enriquecido, (pero haciéndose el pobre) y es despreciado por sus familiares, los cuales sufren una gran decepción y el correspondiente bochorno cuando le ven rico y poderoso.

Alonso dejó un gran legado, sobre todo para obras de caridad y fundó una Obra Pía para que atendieran a sus mandas espirituales y que con el sobrante prestaran pequeñas cantidades a pequeños labradores y a otras personas necesitadas, principalmente viudas y ancianos, con un interés que no pasara de un 3% anual. A este fin les donó seis casas que estaban situadas en la calle Villalón y en la de los Paños, además de unas viñas.

No es extraña que con todas estas caridades acudiera todo el pueblo a su entierra e incluso de pueblo limítrofes.

D. Enrique Pimentel

Capitán General de Castilla la Vieja, Navarra y Aragón. Destaca D. Enrique en el siglo XVII, el cual estrenó el título de Conde de Villada, instituido por el rey Felipe IV en el año 1625

D. Matias Moratinos

Quien tras pasar por los obispados de Lugo y Astorga, alcanzó esa dignidad en la importante sede de Segovia, en cuya catedral algunos le creen enterrado.

Nació en los primeros días del mes de marzo de 1610, estudió Artes y Teología en el Colegio de San Gregorio, de Valladolid; y en Trianos en las casas de la Orden Dominica de Predicadores; tuvo beca en el Colegio de San Antonio de Sigüenza y luego en el Colegio Mayor de Salamanca, conde después regentó la cátedra de Artes.

Pasó por el cargo de magistral de Sigüenza. En 1664 fue nombrado obispo de Lugo, hasta que (por fallecimiento del obispo don Herminio) pasó al obispado de Astorga, tomando posesión el 21 de octubre de 1669.

Visitó lo más áspero del obispado. Propagó la devoción del rosario, por el cual tenía tanto interés que dedicó una fuerte suma para editar y repartir libros explicando los Misterios del Santo Rosario. Y dio 1.000 ducados para pagar con sus réditos la cera para el culto, además de 100 cargas de trigo para mantener niños expósitos. Siendo ya obispo de Segovia, aún mandó otro 1.00 ducados para ayudar a levantar la torre de la catedral de Astorga.

El rey, conocedor de sus méritos y virtudes, le nombró en 1672 obispo de Segovia, cuya mitra tenía entonces gran importancia, pues su antecesor fue el inquisidor Mendoza, que tanto figuró en aquella tragicomedia de la sucesión del desdichado rey Don Carlos II el Hechizado.

Al morir dejó todos sus bienes que debieron ser cuantiosos, a la fábrica de la catedral de Segovia. A Villada no le dejó nada, pero arregló a su costa la iglesia de San Fructuoso, que debía estar medio ruinosa, lo cual fue una pena, pues no quedaron restos de la primitiva, que hoy sería una de las más antiguas de España.

D. Antonio de la Torre Miranda

Teniente Coronel, que trabajó denodada y heroicamente por el progreso de Colombia.

Nació en Villada el 29 de diciembre de 1734, siendo hijo legítimo de D. Jacinto y Dª María, ambos de clase noble; fue bautizado en la iglesia de Santa María el día 4 de enero de 1735.

Consta en su hoja de servicio que ingresó en el Ejército a los 17 años, y que en 1794 llevaba 41 años de servicio en el Ejército y la Armada.

Durante 17 años estuvo encargado en el reino de Santa Fe de las más interesantes comisiones en servicio de la religión, del rey y del Estado; hizo cuatro campañas de mar en varios navíos y fragatas y formó parte del convoy de la Armada que condujo de Nápoles al rey Carlos II y su real familia.

Fue comandante de las partidas de reclutas e Madrid, Palencia, León, Rioseco y Santiago, en las que aprehendió 70 desertores e hizo más de 200 reclutas, desempañando vías comisiones de mucho interés.

Imagen cedida por Gabriel Atencio pintor Combiano.

Asistió a formar 4 las milicias de la provincia de Cartagena de Indias. Abrió muchos caminos por varias montañas, hasta entonces intransitables, e hizo navegables muchos caños, ciénagas y ríos para facilitar el recíproco comercio, con considerables ahorros y aumento de la Real Hacienda y del Estado.

Existe en la Biblioteca nacional de Colombia una interesante memoria que este personaje elevó al rey, solicitando la concesión de un título de marqués y de una indemnización metálica por los gastos realizados de su peculio particular y en servicio de la Patria.

Fueron tanto sus méritos, que el arzobispo-virrey de Colombia informa al presidente del Real Consejo de Indias el 13 de octubre de 1783, aconsejando “que se le atienda en cuanto pide, pues no sólo ha perdido su salud en las empresas que se le han encomendado, sino que ha gastado de su peculio particular hasta agorar su fortuna.

Este es un resumen de la vida del teniente coronel D. Antonio de la Torre Miranda, capitán del Batallón de Pardos, en las Indias y retirado con el grado de teniente coronel en virtud del anterior informe.

Un gran colonizador y un ilustre villadino desconocido; aunque actualmente se están reconstruyendo en Colombia la vida y hechos de este gran personaje.

D. Benito Caballero

Teólogo y provisor, que pasó los años de jubilación atendiendo a los más necesitados y, al morir, legó todo su capital para la fundación de una importante Obra Pía que ha subsistido hasta nuestro siglo.

Nació en Villada el 21 de marzo de 1770, siendo hijo de un abogado que ejercía en la villa. Estudió la carrera de Teología y Cánones, llegando a ser provisor del obispado de Guadix.

Afincado en Villada, a ella ser retiró al jubilarse de su cargo y en Villada pasó lo restante de su vida, dedicándose principalmente a obras de caridad entre los más necesitados; por ello fue muy estimado y querido por el vecindario, máxime cuando al fallecer el 25 de agosto de 1851 dejó en su testamente todo su capital para los pobres, fundando una Obra Pía que aún persiste, probablemente porque su administración ha estado encomendada a los señores párrocos. Y es una lástima que la desvalorización de la moneda haya disminuido notablemente el valor de estas rentas, así lo describe un médico que se valió de esas rentas para ayudar a su pobre enfermos, ya que la fundación tenía que sostener unos gastos que habían pasado de maravedíes a reales y de éstos a pesetas; pero a pesetas saneadas y con bastante poder adquisitivo frente al coste de la vida, que durante aquellos años estaba estabilizada; mas insuficientes para el fin que se propuso el legatario.

D. Bernardo Chico Valdéz

Colonizador en México, que con su inmensa fortuna contribuyó a la creación del colegio que luego se convertiría en la Universidad de Guanajuato, ciudad de la que fue alcalde.

D. Vicente Crespo

Jurista, Diputado a Cortes y Jefe político de Palencia.

D. José Rendos

Un valeroso General de Brigada – Nació en Villada el 10 de abril de 1844. Ingresó en 1858 en el Colegio de Infantería y siendo ya oficial tomó parte en las guerras carlistas, siendo herido en una pierna en la batalla de Montejurra. Aunque no curó muy bien de tales heridas siguió tomando parte activa en distintas batallas, distinguiéndose de tal modo en la de Miravalles, donde mandaba el primer batallón del Regimiento de Castilla, que le concedieron la Cruz Roja al Mérito Militar.

Siguió destacándose en el combate de Arteaga y otros más, como en el de Abadiano, donde sólo con tres compañías resistió el ataque de tres batallones carlistas hasta que llegaron los refuerzos.

Terminada la guerra fue coronel del Regimiento de Cuenca; luego general de brigada Valladolid, conde sufrió un accidente que le hizo perder el uso de uno de los pies, por cuyo motivo pasó al Cuerpo de Inválidos, donde desempeñó los cargos de secretario y segundo jefe.

Por su valentía le llamaron sus contemporáneos el hulano de Villada; y con este seudónimo firmó sus numerosos escritos y publicaciones de tipo personal.

D. Juan Pombo

Un emprendedor industrial, primer Marqués de Casa Pombo

D. Florencio Alonso Gonzalez

Alcalde de la Villa y Caballero de la Real Orden de Isabel La Católica

D. Lorenzo Moratinos

Vizconde de Villandrando, el tercero y último Moratinos, nació en Villada el 11 de mazo de 1804 y fue el último poseedor del vínculo y mayorazgo de los Moratinos.

Estudió en Valladolid la carrera que entonces se llamaba de “Leyes”. Hombre de gran talento y grandes iniciativas, intervino rápidamente en las finanzas y en la política, siendo elegido diputado a Cortes en las elecciones de 1837, aunque no llegó a jurar el cargo; siendo nuevamente elegido en 1865 como miembro del partido unionista de O’Donell.
No tardó en destacarse en la discusión de los problemas económicos, en los cuales fue una gran autoridad, siendo uno de los más importantes financieros de su época, comparable en iniciativa y actitud con el marqués de Salamanca.

Adquirió bienes en la desamortización, aun sin darles gran importancia, porque sus principales adiciones fueron las finanzas y el gran comercio, tanto de importación como de exportación. Gran promotor de empresas, principalmente mineras, su firma llegó a ser una de las principales de España y muy conocida también en el extranjero.

No podían pasar desapercibidos a la Corona los méritos de este villadino, gran hombre de negocios, por lo cual en 1847 le concedió el rey el título de vizconde Villandrando, especialmente creado para él; le hizo también gentil hombre de Cámara y caballero de la Orden de Calatrava, cuyo hábito vistió en la iglesia que tenía esta Orden de Burgos.

Murió sin descendencia, dejando en su testamento toda su fortuna para obras benéficas, la mayor parte de ellas en Palencia, donde perdura el Colegia para niñas pobres.

También hizo a Villada un importante legado, para que con sus réditos se dieran a todos los obreros, ancianos, enfermos o viudas, dos reales diarios, siempre que vivieran en Villada, cantidad que entonces era de relativa importancia, ya que representaba la tercer parte del jornal corriente de un obrero.

No debieron cumplir muy bien sus fiduciarios o testamentarios, pues el Ayuntamiento de Villada tuvo que intervenir, acordando en acta reclamar judicialmente contra los citados fiduciarios porque no cumplían los deseos del testador.
También dejó manda para abastecer de aguas al pueblo, pues hasta entonces había que ir a por ella al manantial de Ontilluelo, el cual distaba unos 2 Kms. Del pueblo; o beberla del pozo de la casa de Luis de Aguilar, situada en la Plaza Mayor, aunque no sabemos si la vendían o la donaban, lo cierto es que de ella bebían muchos vecinos y era tan renombrada que dio nombre a la calle de la puerta de acceso al pozo a la cual todo el mundo la designaba con el nombre de Calle del Pozo de Aguilar.

Una de las fuentes que hizo a sus expensas fue adornada con una bella estatua, conocida popularmente como La Isidra o El niño de la bola, que primero se ubicó en la Plaza Mayor y hoy se conserva en el Barrio de San Fructuoso.

Carlos Casado del Alisal

Nació en Villada el día 16 de marzo de 1833, bautizándose en la iglesia parroquial de Santa María el día 20 del mismo mes. Era hijo de D. Pedro Casado, natural de Brogas (Extremadura) y de María Casilda del Alisal y Carnicero.

Trasladada su familia a Palencia, ingresó en la Escuela Naval de Bilbao, donde adquirió el título de piloto, estudiando simultáneamente con gran aprovechamiento el idioma inglés y haciéndose al mismo tiempo bachiller en filosofía.
A los 24 años, en uno de sus viajes como piloto, recaló en buenos Aires, dándose cuenta en seguida del gran campo de acción que, tanto en la esfera comercial como en la financiera tenía aquel gran país. Y allí se quedó.

Después de haber triunfado en varios negocios comerciales y ya con una posición desahogada, contrajo matrimonio con Dª Ramona Sastre fundando aquel mismo año un Banco en Rosario de Santa Fe, al que concedió el Gobierno la facultad de emitir sus propios billetes. Fue tal la importancia que adquirió rápidamente este Banco que, intentando el Banco de Londres establecer otro suyo, envió a Rosario un alto empleado, el cual informó que mientras existiera el Banco Casado no había lugar para otro. En vista de lo cual, los de Londres decidieron comprar dicho Banco; y así lo hicieron.

Después de haber triunfado en la esfera financiera se dedicó a otra de sus grandes aficiones: la colonización. Utilizó a este fin la rica región de Candelario, fundando en ella la colonia “Villa Casilda”, coincidiendo con su nombramiento de director del Banco Provincial de Santa Fe (1873), cargo que aceptó porque estaba sufriendo el país una gran depresión financiera.

No descuidó por eso a “Villa Casilda”, dotándola de progresos urbanísticos que había en aquella época. Dotó a los agricultores de los últimos adelantos para su explotación, como las primeras trilladoras, que hubo necesidad de importar.

Fundó además varios pueblos, a los que les dio el nombre de su querida región castellana (Villada, Palencia) y estableció líneas regulares de viajeros (claro está que en diligencia) entre “Villa Casilda” y Rosario de Santa Fe.

Hay que resaltar un acto de gran generosidad y patriotismo como fue el enviar un donativo de 500.000 pesetas (de las de entonces) a D. Isaac Peral, a quien no sólo ayudó metálicamente sino, también, prestándole todo su apoyo moral y defendiendo con tesón su invento, que él creía una necesidad y un triunfo para España.

A Villada le envió diversos donativos culturales (una de sus más grandes aficiones) para socorros a los pobres, para hacer un pórtico a cada una de las dos iglesias y, por último para hacer el Asilo-Hospital que lleva su nombre y en el cual, además de sus funciones específicas de Asilo, tienen establecido las hijas de la Caridad un colegio de doble función, pues es Escuela.

José Casado del Alisal

Nació en Villada el día 24 de marzo de 1831, bautizándose en la iglesia parroquial de Santa María el día 26 del mismo mes. Era hijo de D. Pedro Casado, natural de Brogas (Extremadura) y de María Casilda del Alisal y Carnicero.

Curso estudios de pintura en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de Marid, dependiente de la Real Academia de San Fernando. Terminado los estudios consigue una beca para ir a Roma, y allí puede admirar a los grandes maestros de la pintura italiana de los siglos XVI y XVII.

Desde su estudio en Italia envia a España. con destino a la Exposición de Madrid, su gran cuadro «La Leyenda del Rey Monje» también conocido como «La Campana de Huesca». De su estancia italiana son las obras: «Un esclavo o prisionero» «Semiramis en el Infierno» y «D. Fernando IV, el Emplazado». En 1873 fue nombrado director de la Academia Española de Roma.

Se le amplía la beca paa continuar estudios y se desplaza a París donde pinta «El Juramento de la Cortes de Cádiz de 1812 y «La Redinción de Bailén»obra adquirida por la Reina Isabel II, fue nombrado pintor honorario de Cámara de Isabel II, a quien realizó un retrato, al igual que a otros muchos políticos de la época.

En su regreso a España instala su estudio en la Calle Bárbara de Braganza de Madrid, de s uetapa madrileña son:
«Flora», «Tentación», «La Poesía» «Los últimos momentos de Fernando IV El Emplazado», «Desdémona», «El Apostol Santiago en la batalla de Clavijo«. Otras obras del pintor son «El trascoro de la Catedral de Palencia», La Cigarra», «Salida de misa de la Iglesia de San Francisco», «Los devotos de San Antolín de la Catedral de Palencia», «La Siesta», etc.

En 1883 ingresa en la Real Academia de San Fernando.

Fallece en Madrid el 8 de Octrubre de 1886 dejando sin terminar su obra «Apoteosis de Shakespeare» y dos figuras complementarias de este cuadro que pintaba para el techo de la bilbioteca de un hotel en Nueva York.

Villada le tiene dedicada una calle, y de su obra pictórica, el ayuntamiento solo conserva un cuadro boceto titulado «Manifestación del Pueblo de Madrid» que participó en la exposición «Canovas y la Restauración.»

 

 

 

https://www.museodelprado.es/coleccion/obras-de-arte?search=jose%20casado%20del%20alisal

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Facundo Blanco y Lola de la Fuente

Nacido en Villada en 1912. Fundador junto con su esposa Dolores de la Fuente, natural de Herrera de Pisuerga, e hija adoptiva de Villada, de la empresa Facundo Blanco SA, uno de los pilares económicos del Municipio.  A la muerte de Facundo Blanco se le dedico una calle con su nombre, que posteriormente y una vez fallecida su esposa se paso a denominar Calle de Facundo y Lola.

Eduardo de Gúzman

Nacido en 1909. Director de los periódicos «La Tierra» y  «Castilla Libre» medio de comunicación de la CNT. Prisionero y condenado a muerte por la dictadura de Franco, le fue conmutada la pena de muerte, pasando largo tiempo en la cárcel. Al salir de prisión no puedo ejercer la escritura con su nombre, por lo que uso seudónimos, con los que escribió relatos cortos, algún guión de cine, y una historia de la Républica Española, y la no tan conocida novela «Aurora de Sangre. Vida y muerte de Hildegart», novela que el actor y director Fernando Fernán Goméz llevaría al cine con el título de «Mi hija Hildegart».

Tomás Salvador

Nacido en Villada en 1921. Residió en Madrid y Barcelona, en esta ciudad fue ganador del Premio Nacional de Literatura y Ciudad de Barceona, por su novela «Cuerda de Presos». Toco diferentes estilos literaros, y de su amplia creación literaria destacamos «El Atentado», «Cabo de Baras», «Los Atracadores», «La Nave», «Marsuf, el vagabundo del espacio», «El Arzobispo Pirata» y «Las Compañias Blancas». Los críticos aseguran que su mejor novela es «Historia de Valcanillo» con retazos autobiograficos, ambientanda en un pueblo castellano que muy probablemente sea Villada. FAllecio en 1984 y cuenta con una calle que recuerda su nombre.

Francisco Soto Del Carmen

Francisco Soto del Carmen nació el 24 de diciembre de 1933, en Villada. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio de la orden de los Carmelitas en Medina del Campo, donde recibió sus primeros estímulos poéticos de la mano de su profesor Juan Alberto de los Cármenes y donde adoptó su nombre literario: Soto del Carmen. Sus estudios universitarios fueron diversos: Filosofía en Ávila, Teología en Salamanca y Filología Románica en Valladolid, aunque después la continuó en Salamanca.
En 1952 colaboró en la revista Más allá, que luego dirigió entre 1956 y 1957. Ya en Salamanca participó en la fundación de las revistas Álamo (1964) y Tela de araña, y colaboró en éstas y en Uriel. En 1962, recibió su primer galardón literario, el Premio Nacional de Poesía “Ademar”.
Se ordenó religioso en la Orden de los Carmelitas y fue destinado a la enseñanza en el Colegio San Judas Tadeo, en Santo Domingo (República Dominicana), en 1966. Dos años después, regresó a España, concretamente, a Valladolid. Ese mismo año, fue destinado como profesor a Alba de Tormes (Salamanca), donde permaneció hasta octubre de 1970. Volvió a Valladolid, donde formó parte del grupo fundador de la Unión Artística Vallisoletana.
En 1978 decidió dejar el Carmen Descalzo y Pablo VI le concede la dispensa. Contrajo matrimonio con María Asunción Martín Gómez —a ella dedica sus versos—. Tuvieron un hijo: Juan de la Cruz Soto Martín. Situó su domicilio en Salamanca.
En 1981 publicó ¡Apuntalad el aire!, cuyo tema principal es Castilla. De alguna manera, podemos considerar que Soto del Carmen se inserta en una corriente que viene de muy atrás: el humanismo español. Su obra se puede caracterizar como poesía arraigada, donde las líneas esenciales son el amor, su tierra y sus raíces. Gracias a esta obra recibió varios galardones como son el Premio “Sarmiento” y el Premio “Juan de Baños”.
Su tarea poética también fue dotada de otros premios relevantes como el Premio «Ciudad de Valladolid» de poesía y el Premio «Gerardo Gombau. A la música por la Poesía». En el año 1985 se le concedió el galardón Premio Nacional de Poesía «Botón Charro». Tan solo un año después publicó su Cántico para un amor y una ausencia, de tema principalmente amoroso.
Murió el 11 de abril de 1988, en la cuidad en la que vivió sus últimos años, Salamanca.